Ayer martes 16 de octubre fue presentado un nuevo libro del profesor Rafael Aguilera Portales, investigador de la Facultad de Derecho de la UANL y profesor invitado y co-fundador del CICAHM. En el marco de la Feria Internacional del Libro ITESM 2012, el texto fue comentado por la Dra. Elizabeth Sánchez Garay, investigadora de nuestra Institución. Al respecto, la especialista en la categoría de ironía, explico lo siguiente:
"El libro Pragmatismo político. La
democracia sin fundamentos en Richard Rorty. Análisis y revisión crítica de su
Teoría Política, de Rafael Aguilera Portales y publicado por Fontamara,
será de gran ayuda para quienes conocen la obra de Richard Rorty, incluyendo
los defensores y los detractores de su teoría, que abundan en porcentajes más o
menos similares. Pero decir esto es muy limitado porque el libro va mucho más
allá. A través de sus páginas el autor se detiene, explora y teje fino en torno
a preguntas que muchos posibles lectores nos hacemos, sobre lo político y lo
social, las necesidades individuales y las responsabilidades ciudadanas, los
movimientos de resistencia al poder y los derechos humanos, la imposición de
perspectivas de vida y el ámbito intransferible de la libertad personal, la
apabullante esfera de lo económico-técnico y los espacios para el ejercicio del
arte, la literatura y el pensar irónico.
Así, esta reflexión, multidisciplinaria y de raigambre multicultural
abre paso a otras voces, convergentes, semejantes o enfrentadas, ya que Rafael
rescata y examina algunas concepciones teóricas de autores imprescindibles como
Hume, Habermas, Bobbio, Foucault, Rowls, Popper, Feyerabend, Gadamer,
Nietzsche, Heidegger y un largo etcétera".
Respecto del concepto de ironía rortyana, la profesora Sánchez Garay destacó la relevancia en el estudio de Rafael Aguilera:
"En lo personal, sumamente convincente me ha parecido el último capítulo
denominado “La tensión dialéctica entre la esfera pública y privada”, por tres
razones fundamentales. En primer lugar, porque analiza un concepto que utiliza
Rorty y que es el tema de mis investigaciones desde hace varios años. Me
refiero a la noción de ironía. En segundo lugar, porque profundiza sobre el
pensamiento nietzscheano que, a diferencia de lo que supone Rorty, tiene, como
bien señala Rafael, un componente político importantísimo. Finalmente, porque
hay en este capítulo una crítica muy acertada de la tajante distinción rortyana
entre el mundo privado y la esfera pública.
Debo decir que hace años me acerqué a la obra rortyana precisamente por
el abordaje que realiza de la ironía en el libro “Contingencia, ironía y
solidaridad”, donde, quizá, la parte más lograda del texto es donde el autor
hace referencia a este concepto que funciona como un polvorín de lo consabido,
ya que hace estallar la concepción que tenemos de nosotros mismos, de nuestros
valores y costumbres, de lo que pensamos que es la Verdad con mayúscula, del
léxico que hemos heredado socialmente.
Como dice Rafael Aguilera, siguiendo a Rorty, “la ironía consiste en una
actitud contraria a la pasividad, la quietud o comodidad. La ironía no consiste
en dejar pasar las cosas o las ideas, ni constituye un conformismo
autocomplaciente y satisfecho de los vocabularios finales de uno mismo o de la
gente. La ironía es activa, reflexiva y crítica, mira hacia delante, redescribe
y cuestiona permanentemente nuestro vocabulario final, convierte nuestro
etnocentrismo confeso en un imperativo de autenticidad y creación desde el
principio de libertad, una libertad entendida como experimentación constante y
vital que genera nuevas imágenes de nosotros mismos, imágenes críticas de
nuestro devenir histórico, azaroso y fortuito”.
Ciertamente, la ironía, que yo la entiendo como conciencia de la
paradoja, impide atrincherar las ideas. Abre espacios a la creación porque hace
polvo las pesadas losas de los saberes anquilosados y rancios. De esta manera,
el pensar irónico es un ejercicio indispensable para des-estructurar lo que se
consideraba estructurado; para despojarnos de lugares comunes, de inercias
reflexivas, de prejuicios o juicios que se sustentan en nombre de la verdad
absoluta o el dios verdadero. Dicho con otras palabras, el ironista teje y
desteje constantemente lo que otros consideran un tejido perfecto; llámese
lenguaje, mundo o yo.
Por eso es muy acertada la inclusión de la ironía nietzscheana en el
libro de Rafael; acertada, sobre todo, porque el autor se distancia de la
concepción de Rorty, en el sentido, como ya lo he mencionado, de que la crítica
radical de Nietzsche no tiene consecuencias públicas y políticas. La lectura de
Rorty sobre la obra de este pensador alemán es bastante pobre porque deja de
lado el profundo cuestionamiento que hay en ella a la cultura política de la
Modernidad, como bien señala Rafael".
No hay comentarios:
Publicar un comentario